Clásicos del soul: Ray Charles

Ray Charles supo escapar al futuro, cuanto menos incierto, que parecía le había destinado la vida: de raza negra, ciego a los seis años por no poder su familia costear el tratamiento a su glaucoma y huérfano a los quince años...

Afortunadamente pudo hacer de la música su tabla de salvación. Autodidacta del piano asistió a la escuela para ciegos y sordos de St.Augustine donde obtuvo los fundamentos necesarios: aprendió a leer y escribir música en Braille o a componer canciones. Como pionero de la música soul fue el mayor responsable del desarrollo de ésta (más aún que Sam Cooke o Jackie Wilson). Prácticamente inventó un nuevo género de música cuando fusionó el fervor del gospel, las letras laicas del blues o del country, los arreglos jazz de las grandes bandas de swing para hacer una música sofisticada a la vez que expontánea. Era algo así como un pop negro resultado de la fusión con el rnb, rock, gospel, jazz y blues (incluso country en los años sesenta) que le permitió al Genio convertirse en un artista innovador, un destructor de los principios musicales de su época, un músico tremendamente popular tanto entre la audiencia blanca como negra. Si hablamos de su faceta como cantante sólo podemos decir que ha sido uno de los intérpretes del pasado siglo que (quizás junto a Elvis Presley o Billie Holiday) más emoción, sentimiento o verdad han puesto en su trabajo. También fue un excelente teclista, arreglista o director de orquesta. Son tantos los méritos acumulados por este artista...

Aunque sus maravillosas facultades vocales no disminuyeron durante su medio siglo de carrera artística sus momentos de mayor brillantez fueron en la década de los cincuenta y sesenta. Siguió grabando hasta poco antes de su muerte pero, con alguna excepción, sus trabajos fueron decepcionantes. Millones de fans anhelaban una vuelta a su etapa más soul (1955-1965), pero lo cierto es que olvidaban que Charles (al igual que Aretha Franklin) siempre fue un músico ecléctico, que nunca se comprometió con la música soul más allá del resto de géneros. Una mezcla entre genio loco y mago de la música que, años después de su muerte aún consigue poner los pelos de punta a quien le escucha. Su punto fuerte era que cuando cantaba, lo hacía con el alma, ardía, su música era, sobre todo, pasión. Toda una vida entregada a la música, hace que sus composiciones, hayan viajado a través del tiempo y el espacio hasta situarse en un altar de honor. Ray Charles es uno de esos músicos que jamás será olvidado, y que se situará en los libros de historia al lado de otros genios como B. B. King, Louis Amstrong o Gershwing.

Joe: Su firma inconfundible

Si la fórmula funciona para qué cambiar pensará Joe Thomas. Signature es el título escogido para su segunda entrega con el sello independiente Kedar Entertainment Group y en el que vuelve a capturar la esencia del estilo que le ha definido como artista en la última década y que le ha procurado ventas millonarias y el favor de buena parte del público.

En el post que dedicamos a su anterior trabajo Joe Thomas, New Man, ya adelantabamos la publicación de este disco, aunque al final haya llegado con retraso respecto al calendario previsto. Son doce temas, once compuestos por el propio artista y el último track "Change" firmado por Lylit, una artista del sello discográfico, que siendo sinceros no aporta nada al disco. Así que pocas novedades podemos reseñar, pero "haberlas haylas". En esta ocasión ha producido el disco en solitario prescindiendo de la colaboración de Bryan-Michael Cox. Además se ha mejorado en el apartado de la composición, con temas más cargados de melodía y sentimiento. También se han añadido mejores arreglos vocales y nuevas texturas a sus baladas gracias a una mejor instrumentación grabada en directo que procura un intrincado tejido de cuerdas y metales realmente eficiente.

En el apartado de las letras, vuelve a exhibir esa capacidad innata que posee para expresar desde un punto de vista cercano todo lo que una relación sentimental puede desatar, con la que tantos amantes en el mundo se sienten absolutamente identificados. Con esa estudiada mezcla de amor, ternura y, en este disco, mayores dosis de sexo (aunque a diferencia de otros cantantes Joe siempre ha sabido donde estaban los límites); con ese sedoso timbre tenor que siempre es una garantía de sonar suave y sexy al mismo tiempo, no nos podemos sorprender de su continuado éxito entre el gran público. En un mundo musical inmerso un acelerado proceso de cambio continuado, Joe ofrece desde hace 15 años y a través de los ocho discos editados, certidumbre, estabilidad, confianza y tranquilidad a sus oyentes. Tanto en su faceta como intérprete, como compositor, productor e incluso en su última etiqueta como socio y ejecutivo de Kedar, el artista de Georgia no defrauda a su fiel audiencia y nos ofrece un nuevo trabajo, en mi opinión algo mejor que sus dos discos anteriores, que lleva estampada en su frente la inconfundible firma (signature) de su autor.

Naomi Shelton: No es un álbum de gospel más

Después de más de 40 años actuando, Naomi ha editado su primer larga duración, What Have You Done My Brother? donde da cumplida muestra de su clásico estilo gospel - atemporal, cándido y aparentemente sin esfuerzo - y que supone la culminación y el merecido premio a tantos años cantando en las iglesias y clubs de soul de la ciudad de Nueva York.

A finales de los años sesenta, junto a su inseparable grupo The Gospel Queens ya formaba parte de la nómina del sello Daptone Records. No obstante, su pedigrí como intérprete de música gospel y secular venía de más atrás y bebía directamente de las fuentes del soul: Wilson Pickett, Otis Redding o Lou Rawls. Aunque Naomi no dejó nunca de actuar el grupo como tal se mantuvo fuera de escena durante más de 20 años. A finales de la década de los noventa volvieron a juntarse gracias a la intervención del pianista Cliff Driver, mentor, inspirador y director musical del grupo desde sus orígenes. Se ha necesitado una década para que por fin puedan presentarnos un disco propio, bajo la dirección musical de Cliff y gracias al empeño del sello Dap-Tones Records, sin duda el epicentro de la revitalización actual del funk/soul más clásico (¿Les suena Sharon Jones?).

What Have You Done, My Brother? es un disco gospel (desde las típicas notas del órgano Reedy, los mensajes de clara inspiración lírica o el apoyo de las armonías vocales del grupo The Gospel Queens); pero al mismo tiempo, incorpora muchas de las características o estructuras de la música soul. Una combinación mágica muy de mi gusto personal. El disco incluye versiones de temas clásicos y un puñado de excelentes composiciones originales firmadas por Bosco Mann (alias Gabriel Roth) que, fieles al esquema, son prácticamente imposibles de distinguir de las canciones más antiguas. Daptone Records ha engrasado la maquinaria: El propio Gabriel se encarga de la producción del disco, músicos destacados del sello colaboran en el apartado instrumental e incluso la mismísima Sharon Jones asoma entre las voces de fondo. La voz de Naomi suena impresionante e inimitable, con una identidad musical construida con mucho esfuerzo y a medio camino entre el gospel y el soul, resuena autoritaria, inconfundible, auténtica, sensible...en fin, se me acaban los elogios. En definitiva, no es un disco gospel más al uso que quizá pueda retraer a más de uno. Es un disco excelente que mezcla soul y gospel de manera magistral, un trabajo musicalmente extraordinario, auténtico, firmado por una mujer que canta maravillosamente con el alma y que transmite una positividad, felicidad y esperanza que puede interesar más allá de las creencias que tenga cada cual.

Vanessa Williams: Viendo las nubes pasar...

Cuando Vanessa Williams comenzó su carrera como cantante ya era muy conocida entre el público aunque por motivos muy distintos: fue la primera miss América negra y además, se vió obligada a renunciar a ese título tras publicarse unas fotos desnuda en la revista Penthouse... cuatro años despúes editaría con gran éxito su primer álbum The Right Stuff (1988).

No es por lo tanto una recién llegada a este negocio: son más de 20 años de carrera, millones de discos vendidos, numerosos premios acumulados en sus vitrinas. Paralelamente ha desarrollado una carrera como actriz de televisión y de cine igualmente exitosa.... sin duda estamos ante una de las artistas más versátiles de la industria del ocio norteamericana. Después de su éxito reciente en la serie de TV "Ugly Betty" o su participación en la película "Hannah Montana: The Movie" se ha decidido a volver al estudio de grabación, ponerse detrás de un micrófono y explorar con mayor intensidad que nunca sus distintas influencias musicales bajo las órdenes de excelsos productores como Kenny "Babyface" Edmonds, Keith Thomas, Rob Mathes y Rex Rideout ... ahí es nada.

En efecto, ha publicado recientemente The Real Thing su octavo álbum de estudio y el primero con el sello Concord Records, como sabéis especializado en la música jazz. Es una colección ecléctica de 11 canciones que supone la transición desde el pop/rnb -sello distintivo de su trayectoria artística- hacia los sofocantes estándares del jazz y su amor por el ritmo de la música latina (brasileña), una parte fundamental de sus raíces musicales. Es un disco en la tradición del sello Concord con sólo dos canciones nuevas ("Loving You" y "Just Friends", ambas escritas por Babyface), el resto son versiones. Aunque su voz no ha perdido con los años nada de su perfecta afinación, claridad o riqueza, carece de la necesaria espontaneidad e improvisación que requiere esos temas a medio camino hacia el jazz.

The Real Thing se muestra como un disco perfecto para escucharlo en una tarde de verano ociosa, viendo las nubes pasar por el cielo azul, relajándose uno antes de cenar. Que se entienda como un cumplido, al fin de al cabo es el disco que Vanessa quería hacer. Habrá quienes se sientan decepcionados con su esperado nuevo disco porque necesitan más dosis de rnb y quienes acepten de manera natural esa transición hacia un sonido jazz más adulto. En mi caso, os confieso que Vanessa nunca ha estado entre mis favoritas, nunca me ha seducido en demasía su estilo y sonido: sin errores, técnicamente bueno pero sin alma.

Maxwell: ¿Admirable, arrogante o suicida?

Han transcurrido nada menos que ocho largos años desde que Maxwell publicara su último trabajo de estudio. Finalmente a principios de este mes el sello Columbia Records ha editado Black Summers Night, el primer disco de su anunciada trilogía.

Para la mayoría de los artistas, casi una década de ausencia supondría el suicido artístico. En este caso, gracias a su aparición en programas de TV o en los premios BET el año pasado, su gira por Estados Unidos o que adelantara la primavera del año pasado la presentación del tema "Pretty Wings" (su primer single) en Myspace no ha hecho sino alimentar el morbo por su esperado lanzamiento y el misterio sobre su enigmática figura. Quizá en exceso porque esa mediática puesta en escena acerca de su vuelta ha alimentado sobremanera las expectativas sobre su nuevo trabajo... toda una invitación a decepciones posteriores. Tanta expectación está justificada si tenemos en cuenta que probablemente Maxwell pasará a la historia por ser determinante -junto a Erykah Badu y D'Angelo- en la definición y configuración del llamado movimiento neo-soul en la segunda mitad de la década de los noventa. Tomando como inspiración grandes autores de la música negra (Prince, Marvin Gaye, Stevie Wonder, etc) grabó algunos de los discos de rnb más ambiciosos y de mayor calidad de su tiempo (Urban Hang Suite (1996) -todo un clásico- ).

Se ha reunido con su viejo colaborador Hod David para desarrollar las labores de composición y producción del disco. Aunque ya no hacen aparición Lil Wayne o la producción de Kanye West lo cierto es que Maxwell no ha perdido el paso, siguen intactos sus exhuberantes arreglos vocales e instrumentales capaces de fundir el corazón del oyente en el que contrasta su mensaje romántico y monogámico frente a la mayor promiscuidad y menor compromiso de sus lovers contemporáneos. Maxwell es conocido por su impresionante talento vocal, en este disco la fragilidad y vulnerabilidad típica de su falsete se ha sustituido por más musculo, aunque conserva su flexibilidad, muy en el estilo de la vieja escuela, ha perdido algo de sensibilidad. En este caso el círculo se ha completado por un magistral e increíble acompañamiento instrumental (grabado en directo) que suena impecable con ciertas reminiscencias de jam sessions, sin duda la parte más brillante y destacable del disco.

Después de tanto tiempo se muestra un tanto rácano al proponernos sólo nueve temas que en su conjunto se encuentra más cerca del bepop jazz: mezcla de energía y emoción, baladas al más puro estilo slow jams, junto con bases de funky al estilo Prince. El Maxwell que conocíamos ya no existe, no le reconozco, se ha vuelto más eclético y autoindulgente: ha experimentado importantes cambios (a nivel vocal, lírico y de enfoque musical) -algo por otra parte natural-. Podríamos decir aquello de que sabemos que estamos escuchando un disco de Maxwell, pero no le reconocemos, no es el Maxwell que recordabamos. ¿Admirable, arrogante o suicida? Cada cual valorará a su mejor entender esta arriesgada apuesta en el regreso del artista, pero en todo caso estamos ante un buen trabajo.

Laura Izibor: En direccion contraria por la autopista

Confieso que al final me ha resultado imposible sustraerme al fenómeno "Laura Izibor". En casi todos los foros, páginas web o blogs que rinden culto a la música negra se habla -y en general muy bien- de Let The Truth Be Told, el disco de debut de esta jovencita irlandesa. Tanta expectación tiene su origen a finales del año pasado cuando presentó un EP con cuatro canciones como anticipo de su trabajo de larga duración. Pronto se la comparó nada menos que con Alicia Keys, Jill Scott o la propia Lauryn Hill.

Es innegable que Laura esconde un importante potencial artístico: la chica canta bien con su tono meloso, es capaz de componer y producir canciones melódicas con ese regusto retrosoul (por ejemplo, "Shine", "Don't Stay", "If Tonight Is My Last") y no podemos negar que es una mujer sexy. No es casualidad que la haya fichado el sello Atlantic que tiene en su nómina algunos de los más grandes artistas del blues. Para unirse a esta familia de élite es evidente que tienes que tener un talento excepcional. Sin embargo, siento contradecir a la mayoría de mis compañeros pero me ha parecido un trabajo mediocre y vacuo si hablamos en términos de música soul. Por supuesto es un estupendo disco pop contemporáneo con guiños al soul de finales de los sesenta y principios de los setenta, de gran atractivo comercial gracias a sus melodías pegadizas, una convincente voz, destacables arreglos de cuerda y un impecable trabajo técnico detrás... Ahora bien, no me parece propio que, desde una tribuna dedicada a la música negra como ésta, dar crédito a una pose soul que no me acaba de convencer. La prestigiosa revista Rolling Stone la ha considerado una de las grandes promesas y para muchos Let The Truth Be Told es uno de los mejores álbumes neo-soul de los últimos años... como podéis comprobar mis opiniones han acabado por perder todo el crédito (si es que alguna vez lo tuvieron). Hasta yo mismo me siento en este caso como aquel loco que en un famoso chiste iba en dirección contraria por la autopista...

Clásicos del Soul: Off The Wall (1979)

A diferencia de Stevie Wonder, que hizo con éxito su transición de la infancia a la madurez, Michael Jackson sufrió una difícil adolescencia musical. Desde 1972 no había tenido un hit como solista y a sus 19 años de edad, estaba desesperado por encontrar un nuevo mentor musical. De manera casual esa figura se encarnó en el gran productor Quincy Jones quien, junto al propio artista, creó una fusión de pop, funk, música disco y soul que reinventó el vocabulario del rnb.

Michael quería mostrase como un artista maduro y con un sonido diferenciado de su grupo The Jacksons (el disco se editó entre Destiny (1978) y Triumph (1980)). Fue un trabajo fresco para su época que lo tenía todo y que aún suena vibrante y emocionante. Un disco en el que emergió un artista versátil capaz de desenvolverse con gran talento vocal tanto en las baladas como en las pistas de baile. Supo utilizar audazmente el falsete de su hermoso timbre tenor con el que parecía llorar, gemir, gritar o suspirar deslizándose emocionalmente a través del fraseo de la canción. Un disco en el que se realizó una brillante labor de composición: fuertes melodías, ganchos rítmicos, con letras plenas de emoción y alegría al mismo tiempo. Cuatro son los temas firmados por el artista de Indiana en este álbum, de los cuales, con el primer single "Don't Stop 'Til You Get Enough" ganó su primer Grammy en la categoría de mejor interpretación de RnB. Stevie Wonder le ofreció a Jackson el tema "I Can't Help It", y Paul McCartney la canción "Girlfriend". Rod Temperton, el letrista que más tarde colaboría en el álbum Thriller, aportó en esta ocasión joyas como "Rock With You" (mi tema preferido) o el tema que da título al disco.

Pero sobre todo, su éxito se debe a el sonido construido por el propio Michael junto al gran productor Quincy Jones: una deslumbrante variedad de ritmos disco, guitarras funky y pop limpio fusionados de una manera profesional y magistral. Ambos repetirían la misma fórmula en su aclamado álbum Thriller (1982) con resultados igualmente impresionantes pero, en mi opinión, no mejores. Con alrededor de 25 millones de copias vendidas es uno de los 100 discos más vendidos de la historia y un hito imprescindible de la historia de la música soul. Off The Wall fue el primer disco en conseguir situar a cuatro singles en el Top 10 de la prestigiosa lista Billboard: "Don't Stop Til You Get Enough" (#1), "Rock With You" (#1), "Off The Wall" y "She's Out Of My Life". Fue el primer paso decisivo hacia la madurez artística, su declaración de independencia respecto a la Motown. Así parecía querer expresarlo con su indumentaria: en efecto, no fue casualidad el uso del smoking como sinónimo de madurez combinado con aquellos calcetines brillantes, quizá para mostrase, al mismo tiempo, más juvenil y divertido.

Aunque ya había grabado en solitario, éste fue el disco que lo estableció como un artista de talento soprendente y una estrella brillante por su propio derecho. Como en otras facetas artísticas, Michael firmó un disco visionario, adelantado a su época en el que rompía con el dominio de la música disco para adentrarnos en una nueva etapa donde se mantenía el ritmo, pero éste ya no ocupaba el lugar principal, sino que formaba parte de un tapiz de colores, de exhuberantes arreglos de cuerda, de dulces baladas soul/pop, de suave rock y de atractivo funk.

Lee Fields: Soul en su mejor versión

Lee Fields resultará un nombre conocido especialmente entre los acérrimos seguidores del funk por una serie de singles editados en pequeños sellos discográficos durante la década de los setenta. Aunque nunca consiguió un gran hit, todo en él recordaba al gran James Brown, por ello se ganó el apodo de "Little J.B."

Tras un largo paréntesis, volvió a escena en la década de los noventa hasta erigirse en el máximo representante del deep funk, un estilo resucitado gracias a la obsesión que el movimiento hip-hop o los aficionados británicos al groove mostraban por las enormes posibilidades que permitía la aplicación del mismo a los samples. La publicación por parte del pequeño sello neoyorkino Truth & Soul Records de My World junto a la banda The Expressions constituye sin duda una grata noticia para el panorama del soul. Un disco al que nada tenemos que objetar, es un álbum de soul en su mejor versión. Tratando de recrear aquellas grabaciones de The Delfonics, The Stylistics, Jeff Silverman o Leon Michels, por poner algún ejemplo, ha alcanzado casi la perfección en esa búsqueda.

Sustancialmente emocional nos muestra su interior de blues man. Aunque el ritmo es constante y majestuoso, no nos dejemos engañar, las letras se muestran desgarradas sobre el amor perdido o sobre las experiencias de la vida con la cautivadora atracción que ejerce cada palabra, cada aliento de un cantante que nunca pierde el tono o la enunciación. No sólo es fantástico escuchar el talento innegable del cantante, la ferviente pasión que inyecta en cada nota cantada, sino que su maravillosa banda -en el más puro estilo Dap Kings- con su percusión, metales y sus cuerdas apoyan lo suficiente a la voz Lee que asoma estupenda detrás de esa áspera línea del bajo y que incluso adquiere un protagonismo por sí misma al incluir el disco tres temas instrumentales. En definitiva, My World es uno de los discos más fascinantes editados en este año que nos muestra de manera descarnada qué es la música negra. Lee es ciento por ciento un cantante soul a la vieja usanza, sin aditamento, sin adulteración alguna. Lee Fields & The Expressions han creado un sonido único que no es una simple copia del soul suave de la década de los sesenta y principios de los setenta. Ha sido adaptada a los oídos de los jóvenes actuales cuyos primeros contactos con nuestra música no son ya ni Al Green, ni Otis Redding o Marvin Gaye sino Amy Winehouse. Treinta años después se cierra el círculo, se fusionan distintas generaciones para crear un álbum de bella música precisamente por parte de uno de los progenitores que supieron mantener viva la llama del del funk y del soul. Absolutamente recomendable.

 
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