Solomon Burke: Sentado en su trono

Aunque Solomon Burke alcanzó algunos éxitos en la década de los sesenta ("Proud Mary", "Just Ouch of Reach Of My Open Arms" o "Cry To Me") nunca ha conseguido tener un gran impacto sobre el público en general, tal y como lo lograron sus coetáneos Sam Cooke y Otis Redding. No importa, se le considera uno de los artistas pioneros, más influyentes para la música soul, una de las grandes voces del siglo XX... el rey del Rock and Soul. Su combinación de gospel, rock y, especialmente country, sus melódicas baladas, en otras ocasiones sus canciones llenas de ritmo y su emotivo fraseo de las letras le convirtieron en una figura de referencia del género.

Durante la década de los 80 y 90 permaneció fiel a su estilo, alejado de la audiencia pop y de las ventas masivas, más próximo al gospel, pero manteniendo intacto su estatus como leyenda viva de la música soul. Su carrera resucitó de algún modo en 2002, con la publicación de Don't Give Up On Me, donde interpreta las composiciones escritas especialmente para el álbum por auténticas leyendas de la música como Bob Dylan, Brian Wilson, Van Morrison, Elvis Costello y Tom Waits y que le supuso un tardío pero merecido Grammy. En septiembre de 2006, Burke volvió a sus raíces country con la publicación de Nashville, producido por Buddy Miller. En el que aparecen como voces invitadas nada más ni nada menos que Emmylou Harris, Dolly Parton, Patty Griffin, Gillian Welch y Patty Loveless. El pasado 10 de junio el artista de Pensylvania publicó su último trabajo Like a Fire, su segundo disco en el sello discográfico Shout Factory. En su nuevo álbum persiste en la fórmula, es decir se rodea de un elenco de grandes compositores y músicos para que ajusten como un traje a medida sus canciones a las portentosas capacidades de sus cuerdas vocales. En esta ocasión ha contado con la labor de producción de Steve Jordan (que ha trabajado entre otros con Bob Dylan o Stevie Wonder)y que además ha compuesto tres temas del disco; figuran asímismo Eric Clapton, Ben Harper, Jesse Harris o Keb' Mo que colaboran componiendo y prestando sus voces.

A pesar de la pléyade de nombres referidos, todos ellos consumados profesionales vinculados de una u otra forma con el blues, el disco nos ha resultado decepcionante, descafeinado. Han construido un telón de fondo elegante para la voz de Solomon, un disco amable, cortés, hecho con buen gusto ciertamente y que se puede disfrutar en familia una soleada mañana de domingo. Nada que ver con la fuerza, con la verdad, con el poder o con la emotividad del blues y del soul que nos hacen vibrar atravesando nuestro corazón y nuestra alma. Afortunadamente, como uno de las grandes maestros de la historia del soul que es, su rendimiento en el disco nos impide aburrirnos en exceso, todavía mantiene en forma espléndida sus cuerdas vocales y es capaz de encontrar -como quizás nadie o muy pocos saben hacer- resquicios suficientes entre este material que, en ocasiones, rebosa vulgaridad para deleitarnos con su espléndida y potente voz. A sus 68 años, sentado en su trono (literalmente, su excesivo peso le limita seriamente la movilidad -ver video en directo-) el rey del Rock and Soul no necesita confirmar lo que todo el mundo sabe: su enorme talento y maestría vocal. Mientras otras leyendas del soul como Al Green han sabido reconducir su carrera a tiempo; en el caso de Solomon Burke lamentablemente las compañías discográficas se empeñan en obtener fáciles beneficios a costa de utilizar la fórmula tan manida de emparejarlo con artistas contemporáneos que, siendo sinceros, en este caso no le han hecho ningún favor a nuestro admirado artista.

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