Aretha Franklin es sin duda uno de los iconos de la música negra y más que cualquier otra representa la esencia gospel en la música soul. Su asombrosa colección de éxitos a finales de la década de los sesenta y principios de la década siguiente le valió el apodo de "Lady Soul" o "The Queen Of Soul", título indiscutido desde entonces.
Tras unos años en el sello Columbia en los que estuvo perdida por una dirección artística sin criterio todo cambió -y con ello la historia del soul- cuando en 1966 firma con el sello Atlantic. De la mano del productor Jerry Wexler, el ingeniero Tom Dowd y el arreglista Arif Mardin revolucionó el género con algunas de las grabaciones más grandes que se recuerdan.
La química fue instantánea y la voz mezzo-soprano de Aretha deslumbró con una intensidad y pasión desconocidas hasta ese momento. La artista de Memphis se convertirá de manera fulminante en una superestrella y también en un símbolo del orgullo de la comunidad afroamericana en una década de lucha y reconocimiento de sus derechos civiles. Serán años (1967-1972) de éxito rotundo y continuado gracias a su impulso creativo (no olvidemos su condición de compositora y gran pianista) y a su ecléctica selección de material para sus versiones (gospel, blues, pop o rock tendrán cabida en su repertorio). Sin embargo, el devenir de su carrera en los últimos 30 años (desde que finalizara su contrato con Atlantic) ha estado marcado por la pérdida de inspiración, la elección de un material y producción mediocres y el carácter intrascendente y poco consistente de sus grabaciones, impropios de una diva de la música. La mayor parte de su últimos éxitos han sido dúos o colaboraciones con otros artistas. En todo caso, hay que reconocer que siempre ha firmado un buen álbum en cada década: Amazing Grace (1972), Who's Zoomin' Who? (1985), A Rose Is Still a Rose (1998) o So Damn Happy (2003).
Son muchos los méritos que acumula. Como Sam Cooke, Ray Charles o Marvin Gaye contribuyó a la fusión del gospel y el pop. Desde el momento en que cantó "Respect" ayudó a completar la tarea iniciada por Billie Holiday y otras, al convertirse en un himno que reclamaba la dignidad de la mujer y de los derechos civiles de la comunidad negra. Su gran pasión y control vocal permitió obtener algunas de las grabaciones que mejor han definido a la la música soul en toda su gloria profunda y expresiva. No creo que haya nadie que cuente con un instrumento vocal como el suyo, pocas han tenido su control y técnica vocal o su extraordinaria combinación de la espiritualidad del gospel, el profundo sentimiento del blues y la sofistificación del rnb.
Tras unos años en el sello Columbia en los que estuvo perdida por una dirección artística sin criterio todo cambió -y con ello la historia del soul- cuando en 1966 firma con el sello Atlantic. De la mano del productor Jerry Wexler, el ingeniero Tom Dowd y el arreglista Arif Mardin revolucionó el género con algunas de las grabaciones más grandes que se recuerdan.
La química fue instantánea y la voz mezzo-soprano de Aretha deslumbró con una intensidad y pasión desconocidas hasta ese momento. La artista de Memphis se convertirá de manera fulminante en una superestrella y también en un símbolo del orgullo de la comunidad afroamericana en una década de lucha y reconocimiento de sus derechos civiles. Serán años (1967-1972) de éxito rotundo y continuado gracias a su impulso creativo (no olvidemos su condición de compositora y gran pianista) y a su ecléctica selección de material para sus versiones (gospel, blues, pop o rock tendrán cabida en su repertorio). Sin embargo, el devenir de su carrera en los últimos 30 años (desde que finalizara su contrato con Atlantic) ha estado marcado por la pérdida de inspiración, la elección de un material y producción mediocres y el carácter intrascendente y poco consistente de sus grabaciones, impropios de una diva de la música. La mayor parte de su últimos éxitos han sido dúos o colaboraciones con otros artistas. En todo caso, hay que reconocer que siempre ha firmado un buen álbum en cada década: Amazing Grace (1972), Who's Zoomin' Who? (1985), A Rose Is Still a Rose (1998) o So Damn Happy (2003).
Son muchos los méritos que acumula. Como Sam Cooke, Ray Charles o Marvin Gaye contribuyó a la fusión del gospel y el pop. Desde el momento en que cantó "Respect" ayudó a completar la tarea iniciada por Billie Holiday y otras, al convertirse en un himno que reclamaba la dignidad de la mujer y de los derechos civiles de la comunidad negra. Su gran pasión y control vocal permitió obtener algunas de las grabaciones que mejor han definido a la la música soul en toda su gloria profunda y expresiva. No creo que haya nadie que cuente con un instrumento vocal como el suyo, pocas han tenido su control y técnica vocal o su extraordinaria combinación de la espiritualidad del gospel, el profundo sentimiento del blues y la sofistificación del rnb.
1 comentarios :
Es la mujer de la música, sin lugar a dudas.
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