Adriana Evans posee un estilo y talento escaso en la música actual. Ella es una de las artistas pioneras del llamado neo-soul y me gustaría añadir que es una de los mejores. No sólamente por sus impresionantes cualidades vocales, sino también por el fantástico talento compositor que demuestra a través de sus canciones.
Nacida para cantar porque estaba escrito en la herencia de sus genes. Expuesta desde su infancia tanto a la influencia del jazz y el blues (por ser hija de la vocalista de jazz Mary Stallings) como a la explosividad de la música afrocubana (por la cultura de su padre), ha sido capaz de construir un sonido caracterizado por la riqueza de su textura musical, al añadir a todo lo anterior su amor por el soul, el rock y el hip hop. Destinada como estaba a ser una "esponja" musical capaz de absorber e integrar todo tipo de influencias, sus discos exudan multiculturalidad por todos sus poros, un ejemplo de diversidad y eclecticismo musical. Su disco homónimo de début en 1997 fue rompedor si se tiene en cuenta el panorama musical de aquella época. Era una sincera combinación en el uso de la instrumentación en vivo (que afortunadamente mantiene hasta hoy) con algunos toques de jazz y hip hop y el clásico timbre de su voz que algunos comparan con Patti Austin, Minnie Riperton, Phyllis Hyman y otras... pero decir que es una amalgama de otros grandes artistas simplemente no le hace justicia, ella es única entre las demás.
Después del lanzamiento de su primer álbum decidió viajar por el mundo para encontrar una fuente ilimitada de inspiración creativa y ésta la encontró en Brasil, su nuevo hogar espiritual y musical. A su regreso a los Estados Unidos nada fue igual y se decidió a incorporar definitivamente los sonidos latinos a su sabroso cóctel musical. Su último disco Walking With The Night recién editado por el maravilloso sello británico Expansion Records supone un paso más en la misma dirección. Es un esfuerzo apasionado que explora los límites musicales, una oda a la creatividad sin restricciones, llena de melodías y canciones de inspiración atemporal. Adriana es capaz de construir puentes entre sus raíces neo-soul, sus influencias de jazz californiano y su obsesión por el sabor brasileño para proponernos un sonido orgánico hermoso, en el que reluce su magnífica voz, amplia, potente y expresiva, impecablemente afinada. Un buen disco -aunque inferior a su excepcional El Camino-, que desde el optimismo que rezuma la voz bella y sexy de la artista de San Francisco te hace sentir la buena música con canciones sencillas pero bien escritas. Como alguien muy bien describió su música, ésta es un reino sin fronteras, un lugar donde la exploración es el primer mandamiento, el descubrimiento la segunda y la restricción un pecado imperdonable. Amén.
Nacida para cantar porque estaba escrito en la herencia de sus genes. Expuesta desde su infancia tanto a la influencia del jazz y el blues (por ser hija de la vocalista de jazz Mary Stallings) como a la explosividad de la música afrocubana (por la cultura de su padre), ha sido capaz de construir un sonido caracterizado por la riqueza de su textura musical, al añadir a todo lo anterior su amor por el soul, el rock y el hip hop. Destinada como estaba a ser una "esponja" musical capaz de absorber e integrar todo tipo de influencias, sus discos exudan multiculturalidad por todos sus poros, un ejemplo de diversidad y eclecticismo musical. Su disco homónimo de début en 1997 fue rompedor si se tiene en cuenta el panorama musical de aquella época. Era una sincera combinación en el uso de la instrumentación en vivo (que afortunadamente mantiene hasta hoy) con algunos toques de jazz y hip hop y el clásico timbre de su voz que algunos comparan con Patti Austin, Minnie Riperton, Phyllis Hyman y otras... pero decir que es una amalgama de otros grandes artistas simplemente no le hace justicia, ella es única entre las demás.
Después del lanzamiento de su primer álbum decidió viajar por el mundo para encontrar una fuente ilimitada de inspiración creativa y ésta la encontró en Brasil, su nuevo hogar espiritual y musical. A su regreso a los Estados Unidos nada fue igual y se decidió a incorporar definitivamente los sonidos latinos a su sabroso cóctel musical. Su último disco Walking With The Night recién editado por el maravilloso sello británico Expansion Records supone un paso más en la misma dirección. Es un esfuerzo apasionado que explora los límites musicales, una oda a la creatividad sin restricciones, llena de melodías y canciones de inspiración atemporal. Adriana es capaz de construir puentes entre sus raíces neo-soul, sus influencias de jazz californiano y su obsesión por el sabor brasileño para proponernos un sonido orgánico hermoso, en el que reluce su magnífica voz, amplia, potente y expresiva, impecablemente afinada. Un buen disco -aunque inferior a su excepcional El Camino-, que desde el optimismo que rezuma la voz bella y sexy de la artista de San Francisco te hace sentir la buena música con canciones sencillas pero bien escritas. Como alguien muy bien describió su música, ésta es un reino sin fronteras, un lugar donde la exploración es el primer mandamiento, el descubrimiento la segunda y la restricción un pecado imperdonable. Amén.
1 comentarios :
En efecto, tiene una voz que enamora nada más escucharla. Disfruta de tu viaje, yo ha he estado en la Patagonia argentina y es un lugar en el que la belleza de la naturaleza reduce al hombre a la mínima expresión. Un gran abrazo amigo.
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