El segundo esperado trabajo de esta banda, tras su estupendo disco de debut The Bleeding Edge (2009), no me ha defraudado en absoluto. Si ya me habían convencido con su anterior álbum, Concrete Blues supone haber firmado uno de los mejores discos de southern soul de este año. Se han mantenido fieles a su primera apuesta, a pesar de su escaso éxito comercial, ofreciéndonos otra colección de profunda música soul imbuida de esa cualidad atemporal que muy pocos artistas contemporáneos son capaces de ofrecer.
Aunque como ya he comentado anteriormente es un álbum repleto de viejo southern soul de los setenta tampoco lo podemos considerar como una simple recopilación de canciones con sabor retro. Nos ofrecen temas de calidad (incluídas dos versiones), una acertada producción, la eficaz banda de Brooklyn y la conmovedora voz de Tre Williams que vuelve a brillar como el gran vocalista que es, justificando a quienes le vienen comparando con Bobby Womack o Johnny Taylor (por momentos, me recuerda también a Anthony Hamilton) y agradeciéndole de manera infinita que abandonara su anterior trayectoria en el mundo del hip hop. Concrete Blues nos regala Soul con S mayúscula. Cálido sonido orgánico y una voz apasionada, música en estado puro, casi cruda como alternativa al deprimente mainstream actual de la escena rnb.
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