Nadie en el mundo canta como lo hace el artista de New Orleans. Poseedor de ese falsete y vibrato único -casi angelical- que aún conserva casi intacto hoy a sus setenta años. Aunque está reconocido como una de las grandes voces del pop/soul su nombre genera grandes filias y fobias entre la gran audiencia. Guste o no guste su grito lastimero, ese timbre tenor se adapta como un guante para expresar con maestría y en toda su complejidad el dolor y el romance, aunque escuchado en exceso pueda llega a cansar.
Aaron no es un cantante de soul al uso: con esos enormes bíceps, el tatuaje en su mejilla, pendientes en la oreja o simplemente por apostar por el eclecticismno desde que firmara aquel éxito primigenio "Tell It Like It Is" (1965), desde luego no da la imagen tipo. El lastre de su trayectoria artística ha sido siempre la escasa calidad del material con el que ha trabajado. Cuando consigue una buena canción los resultados son siempre interesantes como demuestra en este tema compuesto por el gran Kris Kristofferson (interpretado originalmente por Ray Price en el año 1970) en el que preservera en la idea de reinventarse a sí mismo fusionando country, pop y soul muy al estilo de su álbum anterior The Grand Tour (1993). En fin una canción, casi cinco minutos, que nos muestra que el hombre no siempre se muestra como un ser infinitamente estúpido sino que también demuestra poseer una capacidad cuasi infinita para crear algo realmente hermoso y emocionante.
1 comentarios :
Seguro que su imagen no se corresponde con la de un cantante soul, su voz tampoco es la mas habitual, pero cuando le escuchas, no puedes por menos de sentir la canción en el fondo de tu ser.
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