Hace apenas dos años, este nativo de Michigan salió prácticamente de la nada con su álbum debut A Strange Arrangement. Otro ejercicio más de nostalgia, sonido blue-eyed soul que exhortaba al espíritu de la década de 1960 y pretendía rendir homenaje a la época dorada de la Motown. Esa grabación -y un EP posterior de versiones- revelaba a un hombre enamorado de un pasado musical pero adoptando una pose más contemporánea.
Cierto es que la imagen de Andrew Cohen (su verdadero nombre) no encaja demasiado con el sonido que nos propone, de hecho me siento tentado en ocasiones a no tomármelo demasiado en serio, pero ya se sabe que la música es universal y no tiene color. Autor de los temas, tocando la mayoría de instrumentos y una voz que, reconozcámoslo, no es su punto fuerte. Este último aspecto creo que explicaría cierto recelo que me produce aún su propuesta. Mi alma no conecta con su timbre vocal, a veces pienso que buenos temas que llevan su firma transmitirían más emoción con un intérprete más adecuado. Por lo demás, tanto el trabajo anterior como éste último suponen un ejercicio notable de retrosoul siempre oportuno para pasar un rato distendido.
1 comentarios :
Coincido contigo, es evidente, vocalmente volutarioso pero cortito con sifón. Sonido agradable.
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