En ocasiones, los discos de debut nos permiten conocer el trabajo de artistas noveles que muestran un potencial suficiente como para poder atisbar que serán capaces de hacer grandes cosas en el futuro. Pero ese no fue el caso de Water, el disco de debut de Gregory Porter, nominado a los premios Grammy y que nos presentó a un vocalista de soul-jazz enorme que aparentemente se materializaba de la nada, musicalmente ya maduro.
Gregory se ha establecido en el negocio musical como un talento vocal poco probable demostrando una extraordinaria capacidad para manejarse en una amplia gama de estilos y sentimientos. En efecto, el artista californiano no se limita a cantar canciones, sino que más bien es "All In One" porque parecen habitar en él diferentes personalidades a través de las cuales es capaz de pasar del fuego y azufre en temas con carga política hasta serenas y dulces canciones de amor. En su esperado segundo trabajo editado por el sello Motéma Music y producido por Brian Bacchus, continúa expandiéndose en distintas direcciones, siempre en clave soul/jazz vocal, en este caso con ciertos toques folk. Autor de nueve de los doce temas, rodeado de grandes músicos, se nos muestra como un gran poeta con muchas cosas aún por decir. Quizàs el tema "On My Way To Harlem" sea el que mejor explica y sintetiza su arte. En tan solo quince meses ha acumulado un flujo continuo de reconocimientos y premios especialmente en Europa. Grandes composiciones, letras eruditas, compromiso social, improvisación, y una voz para morirse... él ha llegado hasta aquí para quedarse entre nosotros.
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