Robert Sylvester Kelly es un talentoso cantante, productor, multiinstrumentista y compositor que dominó la escena del rnb en la década de los 90 con más de 50 millones de discos vendidos en todo el mundo. Creó un sonido original mezclando bases hip-hop, con una voz suave soul-crooner, con funk e incluso rap que alternaba con románticas baladas con referencias continuas y explícitas al sexo en sus letras.
En realidad tenía esa misma obsesión en la vida real. Por culpa de su conocida adicción se vió envuelto en un escándalo mayúsculo al ser acusado de pederastia y 14 cargos por pornografía infantil... Si bien un jurado le ha absuelto de los cargos, la sombra de la duda temo le va a perseguir durante mucho tiempo. En fin, la idea no es juzgar su vida, sino su obra musical y R. Kelly ha sido uno de los más grandes, de eso no cabe duda. Su música rebosaba un compendio de virtudes que sólo un maestro como él puede ofertar: la sencillez, frescura y calidad de sus composiciones, sus magníficos arreglos siempre tan mimados, así como el manejo magistral del ritmo y melodía en las canciones medio tiempo, por no hablar de su acrobática voz... ha sido, es y será siempre un referente para los artistas del rnb contemporáneo.
Pero todo aquello es pasado, sus últimos discos me han resultado decepcionantes, incluído su esperado último trabajo Untitled, abducido como tantos otros por el hip hop y la cultura rap. Me gustaría creer que aún conserva en algún rincón de su alma aquello que le hizo grande y diferente de los demás. Sólo he encontrado pequeños destellos de todo aquello en su último disco. Así que prefiero refugiarme en el R. Kelly genio de la música que llegé a conocer y os dejo en el reproductor una pequeña muestra de su último trabajo, quizá le juzguéis con menor severidad que quien suscribe estas palabras.
En realidad tenía esa misma obsesión en la vida real. Por culpa de su conocida adicción se vió envuelto en un escándalo mayúsculo al ser acusado de pederastia y 14 cargos por pornografía infantil... Si bien un jurado le ha absuelto de los cargos, la sombra de la duda temo le va a perseguir durante mucho tiempo. En fin, la idea no es juzgar su vida, sino su obra musical y R. Kelly ha sido uno de los más grandes, de eso no cabe duda. Su música rebosaba un compendio de virtudes que sólo un maestro como él puede ofertar: la sencillez, frescura y calidad de sus composiciones, sus magníficos arreglos siempre tan mimados, así como el manejo magistral del ritmo y melodía en las canciones medio tiempo, por no hablar de su acrobática voz... ha sido, es y será siempre un referente para los artistas del rnb contemporáneo.
Pero todo aquello es pasado, sus últimos discos me han resultado decepcionantes, incluído su esperado último trabajo Untitled, abducido como tantos otros por el hip hop y la cultura rap. Me gustaría creer que aún conserva en algún rincón de su alma aquello que le hizo grande y diferente de los demás. Sólo he encontrado pequeños destellos de todo aquello en su último disco. Así que prefiero refugiarme en el R. Kelly genio de la música que llegé a conocer y os dejo en el reproductor una pequeña muestra de su último trabajo, quizá le juzguéis con menor severidad que quien suscribe estas palabras.
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