Transcurridos nada menos que cinco años desde su magnífica entrega anterior "The Hardest Way", el blues, el soul y el rock'n'roll siguen siendo los cimientos del último trabajo de este soulman británico, uno de los mejores trabajos editados el pasado año bajo la producción del gran Gabriel Roth. El nombre elegido en esta ocasión para firmar el trabajo pretende ser un reconocimiento y agradecimiento a su banda - Lee Badau (saxofón barítono), Damian Mano (saxofón tenor), Kyle Koehler (órgano), Jonathan Lee (batería), y Jason Wilson (contrabajo), que han estado junto a él durante más de 20 años.
El combo nos regala doce canciones en las que la voz cruda y emotiva de James se eleva por encima de sus urticantes solos de guitarra, flanqueados por la siempre eficaz y virtuosa sección rítmica. Como suele ser habitual se presta toda la atención necesaria para recrear los detalles de la época (cincuenta y sesenta), incluso se mantiene esa reverberación natural tan característica. Tengo que reconocer que siento debilidad por este tipo, es evidente que no tiene la voz de sus ídolos (Sam Cooke, Jackie Wilson , Bobby "Blue" Bland) pero hay tanto anhelo quejumbroso en estas canciones, cava tan profundamente en mi alma hasta arrancar hasta la última gota de emoción en cada letra, expresando estos sentimientos siempre con una energía positiva, lo cual tiene su mérito dado que su mujer falleció recientemente. Hay quien puede pensar que la naturaleza inmutable del formato elegido puede llegar a ser repetitivo y poco estimulante, aunque en este nuevo trabajo manteniendo viva la nostalgia hace realmente un intento por ampliar la propuesta de la banda, así como el alcance de algunos temas. Al igual que muchos músicos retro-soul, no está rompiendo moldes, pero a diferencia de tantos otros que se limitan a imitar, él domina el difícil arte de escribir canciones simples que suenan como si hubieran estado ahí desde siempre, y es que la música soul nunca pasa de moda.
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