A pesar de que creció cantando en los coros de una iglesia, ella no es una cantante de gospel. Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan son claras influencias, pero no es una dama del jazz. R & B es también parte de su formación, pero ella no es realmente una intérprete al uso de soul, o, al menos no en el sentido de lo que Aretha Franklin significa. ¿Qué es, entonces? En mi opinión, básicamente es una cantante de sofisticado pop asociada para siempre con el estilo que para ella construyeron los productores/compositores Burt Bacharach y Hal David allá por la década de los sesenta.
Celebrando sus cincuenta años en la profesión, la superdiva y legendaria artista, a sus 70 años, nos ofrece una colección de versiones de temas compuestos por el genio compositor/letrista Sammy Cahny (y sus socios). Respaldada por la improvisación de un pequeño combo de jazz, por la exhuberancia de una big band completa (con cuerdas y coro incluídas) o simplemente por la intimidad, elegancia y complicidad de un piano Dionne, una vez más, es capaz con su manifiesta habilidad, de combinar en un solo disco y a discrección jazz, pop, blues o música latina.
Punto y aparte el apartado vocal. Como Sinatra o Lena Horne utiliza sus habilidades magistrales como estilista de la canción y toda una vida de experiencia para aportar la necesaria profundidad emocional a este tipo de material. Su hermoso vibrato, con su timbre de voz claro y pleno de emoción, nada tiene que ver con las voces actuales... (mensaje para los más jóvenes visitantes de este espacio). En definitiva un disco fácil de oir (easy listening que dirían los entendidos) aunque nunca haya estado entre mis preferidas que invita al relax escuchando estas canciones a media luz y siempre, siempre en buena compañía.
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