Ha transcurrido más una década desde su muerte a los 56 años de un ataque al corazón en el vestidor de la CBS, después de grabar un segmento musical para el show matutino de esa cadena televisión. Bien se le podría aplicar aquello de que vivió y murió aferrado a su instrumento musical.
Quienes le recuerdan siempre refieren su talento innato, su personalidad radiante, su manera de vestir elegante, su sempiterna sonrisa, su profesionalidad fuera del escenario, su gusto por la vida familiar tranquila o su afición por el baloncesto (precisamente "Let It Flow?" una de sus famosas composiciones está dedicada a las increíbles capacidades atléticas del jugador Julius Erwing).
Su obra de los años 70 y principios de los 80 -que culminó con su disco de referencia Winelight (1980)-, mezclaba la improvisación del jazz con bases pop, rhythm and blues, soul o blues fue elemental para desarrollar un jazz urbano y contemporáneo, lo que hoy da en llamarse smooth jazz convirtiéndole en el saxofonista más popular de todos los tiempos, con ventas exorbitantes impropias de una músico de jazz hasta entonces. En efecto, junto con músicos como George Benson, David Sanborn, Chuck Mangione y Herb Alpert, se le considera uno de los fundadores de dicho género, ampliando de manera notable la hasta entonces selecta audiencia del jazz tradicional.
Figuras del saxofón actual como Whalum, Boney James, Dave Koz, Walter Beasley Jr., Najee, Jay Beckenstein o el inefable Kenny G. parecen respirar ese mismo aire cálido, profundo y elegante. Su música forma parte del pasado intemporal, se puede reproducir en cualquier momento, donde sea y como sea. Su música siempre fue accesible, melódica y sensual. Su sonido era suave, a diferencia del toque más aspero de otros saxofonistas. "Lo impresionante es que no parecía que tocaba sino que cantaba. Y es que cuando procuras cantar desde el alma, así es como sale", afirmaba Kirk Whalum. Empero su alejamiento progresivo de los ámbitos más puristas del jazz, para dedicarse a una producción mas comercial, le restó atención y sumó críticas en los círculos especializados más acérrimos con la tradición.
Afortunadamente fue lo suficientemente inteligente para hacer oídos sordos y disfrutar de la música que le gustaba libre de cualquier atadura o atavismo tribal. Por ello me he decidido para homenajear su figura recordar no uno de sus legendarios temas clásicos, sino este Soulful Strut, una preciosa canción incluída en el álbum homónimo -el último antes de su triste fallecimiento- bajo la producción de Walter Afanasieff. Antes de partir para siempre vivió su sueño y se dejó su corazón en el mismo para regalarnos esta joya musical, esta asombrosa versión -que aúna comercialidad y calidad- de un tema clásico escrito por Eugene Record/Sonny Sanders.
Quienes le recuerdan siempre refieren su talento innato, su personalidad radiante, su manera de vestir elegante, su sempiterna sonrisa, su profesionalidad fuera del escenario, su gusto por la vida familiar tranquila o su afición por el baloncesto (precisamente "Let It Flow?" una de sus famosas composiciones está dedicada a las increíbles capacidades atléticas del jugador Julius Erwing).
Su obra de los años 70 y principios de los 80 -que culminó con su disco de referencia Winelight (1980)-, mezclaba la improvisación del jazz con bases pop, rhythm and blues, soul o blues fue elemental para desarrollar un jazz urbano y contemporáneo, lo que hoy da en llamarse smooth jazz convirtiéndole en el saxofonista más popular de todos los tiempos, con ventas exorbitantes impropias de una músico de jazz hasta entonces. En efecto, junto con músicos como George Benson, David Sanborn, Chuck Mangione y Herb Alpert, se le considera uno de los fundadores de dicho género, ampliando de manera notable la hasta entonces selecta audiencia del jazz tradicional.
Figuras del saxofón actual como Whalum, Boney James, Dave Koz, Walter Beasley Jr., Najee, Jay Beckenstein o el inefable Kenny G. parecen respirar ese mismo aire cálido, profundo y elegante. Su música forma parte del pasado intemporal, se puede reproducir en cualquier momento, donde sea y como sea. Su música siempre fue accesible, melódica y sensual. Su sonido era suave, a diferencia del toque más aspero de otros saxofonistas. "Lo impresionante es que no parecía que tocaba sino que cantaba. Y es que cuando procuras cantar desde el alma, así es como sale", afirmaba Kirk Whalum. Empero su alejamiento progresivo de los ámbitos más puristas del jazz, para dedicarse a una producción mas comercial, le restó atención y sumó críticas en los círculos especializados más acérrimos con la tradición.
Afortunadamente fue lo suficientemente inteligente para hacer oídos sordos y disfrutar de la música que le gustaba libre de cualquier atadura o atavismo tribal. Por ello me he decidido para homenajear su figura recordar no uno de sus legendarios temas clásicos, sino este Soulful Strut, una preciosa canción incluída en el álbum homónimo -el último antes de su triste fallecimiento- bajo la producción de Walter Afanasieff. Antes de partir para siempre vivió su sueño y se dejó su corazón en el mismo para regalarnos esta joya musical, esta asombrosa versión -que aúna comercialidad y calidad- de un tema clásico escrito por Eugene Record/Sonny Sanders.
3 comentarios :
Ai que buen tema!!! Le has hecho un buen homenaje... Saludos!
Reconozco que no es el mejor tema de la obra de Grover, los hay mucho mejores con los que homenajearle. Lo que ocurre es que siempre me ha irritado que "los sacerdotes guardianes de la pureza del jazz" criticaran tanto a este excelso saxofonista que tanto hizo por difundir el género entre el gran público.
A mi me ha gustado el que has elegido, y a lo mejor hay mejores si, pero lo importante es que has hablado de "él" y nos lo has recordado a todos los que seguimos el blog, que somos unos cuantos! Ese es el homenaje, hacerlo presente!
Y que les den a los criticones! Ellos se lo pierden...
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